-¡Pero Cristinette! La Niña Cactus no puede ser tan mala…
-Créeme, lo es. Incluso envía sus pinchos por correo. Y cuando abres la carta, ¡zas! Se te clavan en las yemas de los dedos
-Pero Cristinette, todos los cuentos tienen final feliz. No puedes dejar que R, el Niño Lágrima, muera desangrado, solo, en medio de la calle, con una espina clavada en el corazón…
-Pero es que… ¡la Niña Cactus es así!
-Ya.. pero esto es tu cuento, y en los cuentos uno hace que las cosas resulten como uno quiera…¡Quiero un final feliz! De anises y perdices
-Vale, vale, está bien. Vamos a intentarlo
Simbiosis
Y R, el Niño Lágrima, está tan contento, tan contento, de que la Niña Cactus haya querido ser su amiga… R, el Niño Lágrima, está tan contento tan contentp de que la Niña Cactus lo mire, le sonría, absorba parte de sus gotas que sin darse cuenta, se planta frente a ella y la sorprende con un abrazo.
¡Ai!
El Niño Lágrima siente los pinchos pinchudos de la Niña Cactus clavarse por todo su cuerpo.
¡Ai!
A la Niña Cactus se le clavan los pinchos bien hondos. Y le duele. Le escuece. Las heridas le rabian. Y la Niña Cactus no entiende, nada de nada. La Niña Cactus sólo piensa que el Niño Lágrima le ha mentido, que el Niño Lágrima ha querido hacerle daño. Y entonces la ira crece en ella. Se enfada y la rabia se apodera de ella. Y entonces ella abraza fuerte al Niño Lágrima y siente cómo nuevos miles de pinchos se clavan por su amigo. Siente cómo éste se retuerce del dolor. Y la Niña Cactus sonríe, satisfecha. Cruel.
Y un pincho se clava en el corazón del Niño Lágrima.
-Pero Niña Cactus.. yo sólo quería quererte.
Y la Niña Cactus no lo cree. La Niña Cactus, que siempre cree que es ella quien tiene la razón. Que siempre cree que son los otros los que mienten, los que hacen daño.
-Pero Niña Cactus, yo no quería hacerte daño. Sólo quería quererte. Y abrazarte.
Y la Niña Cactus mira a R, el Niño Lágrima, tumbado en el suelo, desangrándose. Y lo ve llorar. Y la Niña Cactus entonces se arrepiente. Se sienta a su lado.
-¡Pérdoname, Niño Lágrima! Pensé que me querías hacer daño, como los otros Niños
-Ai, Niña Cactus. Por favor, ayúdame a quitarme las espinas…
-Pero, ¿cómo? Si te toco, te pincharé más.
-Íntentalo, Niña Cactus, dice R, y la nubecita que lo persigue truena y relampaguea, aunque cada vez más flojito, como las tormentas que se van. Se van. Se.
Y la Niña Lágrima, despacito, estira de la espina cardíaca. Y la extrae, cubierta de sangre y trozos de carne. Y mira al Niño Lágrima, y también ella llora. Ahora comprende. Ahora entiende.
El Niño Lágrima se incorpora y, con cuidado, le acaricia un moflete. Ai, mi Niña Cactus. Si me dejas, te ayudo a quitarte alguna espina. Tengo experiencia.
Vale
Y a pesar de que R, el Niño Lágrima, se muerde las uñas, se sienta junto a ella, y con paciencia, tira de los pinchos, y comienza a arrancarlos, uno a uno. Y entonces le llueve un poquito encima, para limpiar la sangre. Y la Niña Cactus bebe ansiosa las lágrimas saladas de R.
Y juntos, los Niños Cactus y Lágrima, cogen cada pincho, y lo enrollan en un papel, y le ponen nombre. Y los van guardando en un tarro de cristal. Y la Niña Cactus va recuperando su piel de lagarto, suave. Y la nubecita del Niño Lágrima cada día está más chiquitita.
Y un día, la Niña Cactus y el Niño Lágrima descubren que tienen 30 botes de cristal llenos de pinchos con nombre. Y descubren que se pueden abrazar.
Y como pasa en las películas, y en los cuentos de final feliz como éste, se abrazan baja la lluvia. Y entonces salen los títulos de crédito. Y la música. Y esto se ha acabado. Colorín colorado.
F I N (2)
13 de abril de 2010
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5 comentarios:
Hummm, demasiado Kitch el segundo, debe ser que soy masoca y me gustan los finales tristes... Supongo que habrá docenas de varientes en torno a ese final.
Oye, ha sido tu cumpleaños?
También es lindo... Da para más ilustraciones el segundo, la verdad, que el primero. El segundo lo que puede hacer es que se gaste el rotulador rojo...
Buenos los dos, todo dependerá de la salida que le quieras dar.
También podrías hacer cuentos de tapa blanca y cuentos de tapa negra. El lado oscuro. El lado luminoso. Es un juego creativo interesante...
Es usted brillante, señorita! ;-)
Quería decier que era el primero (el gore) el que haga que se gaste el rotu rojo...
Ya está.
Nanit!
Sí, no? Bueno, a veces va bien buscarle salidas distintas a los mismo cuentos. Aunque sólo sea como ejercicio literario. Y sí, Rai, sí, nos hacemos mayores y fue mi cumple :D
Ais...
Bellatrix13, mil gracias por tus comentarios!! Muy buena idea lo de los cuentos de tapa negra/blanca y.. por qué no, roja :D
... pues felicidades (o no, dependiendo de cómo lleves tú lo de cumplir años).
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