28 de noviembre de 2008

El sueño de una noche de verano



Sankai Juku significa “taller de la montaña y el mar”, dos elementos básicos de la topografía japonesa. Y es también el nomnbre de la compañía de danza nipona que ayer estuvo en el Mercat de les Flors actuando. Fui casi por casualidad y medio obligada, y me encantó. Eso sí,tienes que dejarte empapar por un ritmo y una concepción del tiempo radicalmente opuesta a la nuestra, a la occidental. El espectáculo recrea el sueño de un niño sobre los orígenes de la vida y de la muerte. Y lo hace de forma delicadísima, a través de siete bailarines pintandos de arriba a abajo de blanco que se mueven con una sobriedad y una expresividad brutales sobre el escenario. PUedes ver hasta el último de sus movimientos, seguir la precisión de cada uno de sus músculos. La estética es, en ocasiones, algo perturbadora. Calvos, blancos, asexuados, cuerpos despersonalizados.


Esta pieza, Kinkan Shonen, es el principio de un sueño mágico en el que se dibujará un universo que recorre desde el grotesco original del Butoh y la elegancia noble, hasta las cenizas de la bomba atómica lanzada sobre Japón, por el que nos conducirán estas criaturas fascinantes que serán a la vez ángeles y demonios, masculinos y femeninos, brutales y dulces, carnales y etéreos. Con gran belleza, que se desarrolla en un marco minimalista, este espectáculo indaga sobre las transformaciones de las cosas, lo idéntico y lo opuesto, impulsado por un deseo intenso de conocer.

Ushio Amagatsu hace más de veinte años desarrolla una búsqueda poética y existencial en relación con la danza. Sus obras se convierten en un lugar de meditación placentero sobre este arte lleno de misterio, surgido como una de las primeras expresiones del hombre.

La obra fue creada en 1975 bajo la dirección de Ushio Amagatsu que pertenece a la segunda generación de bailarines de Butoh. La obra, leo en la web del Mercat de les Flors, representó una transformación del uso del ritmo mostrando una visión muy personal de la técnica del Butoh, en la que el control de la respiración comporta movimientos sorprendentes. Y es cierto, podías casi ver literalmente cómo inspiraban aire, cómo pasaba a través de sus tráqueas hasta los pulmones, cómo sus abdómenes se hinchaban y deshinchaban. El butoh es un tipo de danza que tiende a articular el lenguaje corporal para llegar a lo profundo del ser humano: al sentido común, a la serena universalidad, incluso a la crueldad o a la brutalidad. Sin embargo esta percepción puede ser distinta en cada individuo. La búsqueda personal de Amagatsu -el director de esta pieza- está relacionada con un Diálogo con la gravedad que es el título de su libro editado por Actes Sud en 2001.

Podéis ver un poquito de esta obra aquí

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